Hace unas semanas os comenté tres
claves para tener una vida más plena: experimentar, compartir y apreciar (si queréis más información pulsad aquí). En esta entrada veremos la clave
que todos conocemos pero que no siempre nos resulta fácil aplicar: la GENEROSIDAD, el arte de compartir con
los demás sin esperar nada a cambio.
En un principio parece sencillo, da la sensación de que si nos
paramos a pensar compartimos muchas más cosas de las que creemos: comparto mis
chicles, comparto mi asiento en el autobús, comparto un pastel, etc. Pero la
generosidad que nos produce real satisfacción y felicidad va un paso más allá;
es la que conseguimos cuando compartimos
sin esperar nada a cambio. Compartir por el simple placer de hacer feliz a
otra persona tanto si la conocemos como si no.
Expliquémoslo con un caso real: el Café Pendiente. Hace unos años en la ciudad de Nápoles (Italia),
ocurrió un gran ejemplo de generosidad; el sur de Europa se encontraba en plena
crisis, tal era aquella que muchos no se podían permitir ni un café solo. Siendo esta la situación, en un bar de Nápoles un cliente pidió su
café como cada día pero pidió que por favor le cobrasen dos cafés. El camarero no entendía a qué se refería así que le preguntó el porqué. “Mire, yo le pago mi café y otro más, el
mío me lo tomaré, y el otro déselo a
alguien que no pueda permitirselo y le apetezca mucho un café caliente”. El camarero
apuntó en la pizarra un “+1” iniciando así un movimiento que ha recorrido el
mundo y se ha bautizado como el café pendiente.
Ese sencillo gesto, que en este caso costó apenas un euro, tiene mucho más valor personal que material.
No solo tienes la satisfacción de haber hecho feliz a otra persona sino que
además el hecho de haber hecho algo por
los demás nos hace sentir muy bien con nosotros mismos.
En un estudio
reciente cogieron a dos grupos de sujetos y a ambos les dieron 20 euros. El Grupo A debía gastárselos en ellos mismos, el Grupo B
tenían que gastar los 20 euros en otra
persona, daba igual quién pero ellos no podían utilizar ni un euro para
consumo propio. Para el Grupo A fue sencillo, algunos salieron a comer, otros
se compraron algo de ropa o algún que otro capricho. Para el Grupo B la tarea
parecía más complicada. Algunos pagaron la cuenta de un desconocido en un
restaurante, otros compraron regalos para sus seres queridos y otros lo
donaron. Al finalizar el test ambos grupos hicieron unos cuestionarios para
medir sus niveles de satisfacción y los compararon con los niveles que habían
medido antes de dar los 20 euros a los participantes. Los resultados fueron
sorprendentes ya que el grupo B, el cual
no había podido gastar ese dinero en ellos mismos, mostraba niveles mucho más
altos de satisfacción que el grupo A y además esa satisfacción era mucho más
duradera que la del grupo A, ¿por qué ocurrió esto?
Las personas que se gastaron el dinero en ellos mismos obtuvieron
un placer momentáneo. En ese momento
disfrutaron de la comida que habían pagado o de los zapatos nuevos pero una vez
la comida se terminó o realizaron la compra su satisfacción también finalizó.
Por otro lado, el grupo que gastó el dinero en otras personas tuvo una satisfacción más duradera:
1. Los que compraron un regalo a un ser querido primero pensaron en
esa persona y dedicaron tiempo y
esfuerzo a encontrar algo que le pudiese gustar. Después empezó el “ritual”
del regalo: envolverlo, esconderlo, dárselo a la persona, ver su reacción y
disfrute. Es decir, la felicidad no se
limita al momento de gastar ese dinero, sino que se extiende a un proceso mucho
más largo.
2. Los que invitaron a comer a
otras personas pudieron disfrutar de la
satisfacción que habían producido en esa otra persona (imaginaos que os
invitan a comer de la nada, menuda alegría).
3. Por último, los que donaron
su dinero sintieron la satisfacción de hacer una buena acción, además de ganar
una historia que contar a los demás.
En conclusión, compartir con los demás te hace ganar experiencias, historias que contar y felicidad
en las personas que te rodean. No es algo momentáneo sino un proceso en el que ganas tú y tu entorno.
Si aún así no os he convencido del todo os propongo algo: la próxima vez que os compréis
un café invitad a la persona que tenéis detrás en la cola. Contadme vuestras experiencias,
qué habéis sentido y la reacción de los demás.
¡Disfrutad de la semana y no os olvidéis de ser generosos!
Gracias por hacer los lunes mucho más amenos. ¡Me encanta tu blog! Cada semana se aprende algo nuevo y muy importante :)
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